Hoy en San Paulo murieron siete personas, entre ellas un
bebé, en el marco de la escalada de violencia desatada hace algunas semanas
entre narcos y fuerzas parapoliciales. Sin embargo, es posible que muchos de
nosotros hayamos pasado el día completo sin saberlo, sin siquiera imaginarlo.
Por otro lado, seguramente nos enteramos de muchas otras noticias tanto de
tinte local como nacionales o internacionales. Quizás sepamos las últimas
novedades en deportes, música o cine. Siguiendo esta lógica, se podría decir
que somos libres de buscar la información que nos resulta interesante, y que
ese es el modo en que la sociedad en general se informa. Pero esta sería una
mirada bastante ingenua sobre algo tan complejo y previsto como lo es la
conformación de la agenda de noticias y la construcción de los mecanismos de
acceso a la información.
En un primer momento es preciso destacar que el avance de
las tecnologías fue un gran aporte para la información, en tanto permite que
quienes tengan acceso a Internet, y sepan cómo utilizarlo puedan navegar en
búsqueda de la información que precisan. Sin embargo, hay que aclarar que la
abundancia de páginas informativas que no son catalogadas como oficiales, es
decir, las “alternativas”, hace que se requiera de un tiempo extra para la
acción de “informarse” ya que se necesita hacer una preselección para
profundizar en aquellas que se consideren confiables, actuales e interesantes.
Pero fuera de estos medios “alternativos”, existen también otros tantos medios
locales y nacionales, que deciden por nosotros, cuáles son las noticias que
debemos conocer, cuál es la información que resulta indispensable para nuestra
vida. En este punto, es necesario destacar que la selección de noticias no es ingenua
ni imparcial. Por el contrario, detrás de cada noticia, se esconden múltiples
intereses pertenecientes a diferentes organismos, grupos o personalidades.
Rompiendo la naturalización del hecho informativo y
partiendo de la idea de que lo que se ofrece como noticia no es la verdad
absoluta, si no un mero recorte de la realidad expuesto desde un punto de
vista, se puede ahora abordar la cuestión que indaga ¿cómo se informa la
sociedad?
En primer lugar el recorte que indica qué parte de la
realidad será noticia y qué parte no, puede ser realizado por el medio de
comunicación, o por una agencia de noticias, que luego distribuirá entre los
medios un parte con todos los hechos noticiosos. Desde ahí, el medio elige qué noticias toma, cuáles profundiza y de qué manera se las aborda. Los intereses
en juego por parte de la agencia y del medio (tanto económicos, políticos o
sociales) determinarán cuáles hechos conviene que sean públicos y cuáles no.
Después, esos mismos intereses determinarán el tratamiento
que se hará de la noticia, el lugar que ocupará, la extensión que tendrá y
sobre todo qué aspectos se destacarán y cuáles se pasarán a un segundo plano.
En síntesis, desde dónde se va a encarar el hecho.
Sin embargo, este proceso responde al modo en que un ciudadano
puede acceder a información de carácter nacional. Si se piensa en información
internacional, el procedimiento se complica un tanto más.
Para el periodista Victor Fleitas hay dos grandes
problemáticas dentro de lo que significa el hecho de informarnos sobre sucesos
en el extranjero. En primer lugar la noción de noticia, donde esta tiene carácter irruptivo, es decir
“un hecho extraordinario, una irregularidad, algo que viene a romper la
normalidad, un fenómeno que emerge, algo que discontinua”, lo que hace que sólo algunos sucesos sean
publicados en un diario. Particularmente con Brasil, el modo de información
responde a un carácter competitivo sumado a que “nosotros estamos al tanto de cosas que le
pueden llegar a ocurrir a los países limítrofes en tanto y en cuanto le afecten a la Argentina”. Por otro lado,
surge la dimensión política,
dónde intereses de diversos tipos influyen en la selección del hecho noticioso.
Al tratarse de noticias extranjeras, se depende de los despachos de las
agencias internacionales (estadounidenses o europeas) que ya tienen una visión
sobre el lugar que ocupan los países latinoamericanos en relación al
capitalismo central. El otro modo de acceso es la prensa nacional, cuyo mantenimiento depende de
empresas que tienen intereses cruzados con la industria brasilera, lo que
significa también un modo de influencia en la noticiabilidad de algunos hechos.
Lo que se conoce de Brasil es justamente lo que resalta, lo
fuera de lo común. Tal vez algo sobre su deporte, alguna catástrofe, algún escándalo de corrupción, es decir, nada. Y este tipo de acercamiento a lo que se
quiere conocer genera una información a medias, parcial y desorganizada, en la
que no se explican las causas ni las consecuencias históricas de los hechos.
Dentro de esos hechos excepcionales, hay algunos que, dependiendo del medio, se
toman o no. En el caso de que se decida
abordarlos, algunos destacarán determinados aspectos y otros los ocultarán. En
el caso puntual de las elecciones municipales realizadas el mes pasado, a nivel
local se hizo un abordaje sencillo donde se describía mínimamente la situación
y se desarrollaba una breve biografía del candidato ganador. A nivel nacional,
el tratamiento es otro. Página12 dedica cuatro notas al hecho de que un candidato del partido de Lula
haya ganado en San Paulo. En todas ellas se destaca el virtuosismo del ganador
y la influencia de Lula en su victoria. Pero también se acentúa la derrota del
opositor y toda su carrera llena de fracasos. Sin olvidar generar una suerte de
complicidad entre el gobierno argentino y el brasilero. Lo que “olvida” decir
Página 12, es algo que el periódico Folha do Sau Paulo si dice, y es que el voto nulo o blanco en esa
ciudad fue de 29%, la mayor cifra desde 1996. Por otro lado, La Nación publica sólo una noticia en la que además de
dar las cifras de la victoria del Partido de los Trabajadores, se recuerda el
juicio por los sobornos, al que está siendo sometido el P.T.
En conclusión, se puede decir que el acceso que los
argentinos tenemos sobre los hechos que suceden en Brasil, es sesgado,
imparcial, y responde a intereses propios de las empresas de comunicación, como
también a la visión internacional que se tiene del país. Asimismo, es
importante destacar que la no profundización sobre las causas y consecuencias
de determinados hechos, responde a una lógica de información fragmentada, de
noticias irruptivas, que, en palabras de Fleitas “promueve una reacción
espasmódica propia del televidente, que no sirve para transformar la realidad
ni da herramientas para transformar la realidad. Uno se vuelve un espectador de
las cosas y son otros los que están habilitados para transformar y hacer las
cosas”.